Cuando salió publicado el libro de Casciari, Alpiste, España perdiste, él ya era un bloguero conocido, de los primeros en alcanzar el éxito que ahora tienen los influencers.
En esa época nuestro Casal tenía un local con todo lo necesario para funcionar como Centro Cultural, así que dado el éxito de este compatriota, alguien propuso hacer una conferencia y la presentación de su libro, y escuchar al autor. Nos pusimos en contacto y él nos envió un ejemplar. Se planificó el evento y me encargué de redactar la presentación, para lo cual, debía leer su obra.
No llegué a una tercera parte y por primera vez en mi vida de lector empedernido, lo tiré a la basura sin continuar ni una página más.
Casciari, con algo de ironía y mucha crueldad, bajo la coartada de hacer broma, se burlaba de españoles y catalanes, usando un lenguaje porteño, soberbio, pedante, sacando en letras de imprenta lo peor de un argentino, lo que nosotros siempre intentábamos minimizar, explicando que no todos los argentinos son así.
Ejemplificando el mayoritario respeto hacia lo argentino de nuestros abuelos inmigrantes llegados al Rio de la Plata, como nosotros, huyendo de la miseria.
Lo que colmó mi paciencia, fue precisamente la exhibición de ignorancia respecto de Catalunya y la gente catalana.
Le escribí explicándole que ADEMAS DE ELIMINAR LA CONVOCATORIA, su libro había ido a la basura, sin siquiera leerlo del todo.
Esta decisión fue compartida por la Junta Directiva.
Lamentablemente ese discurso, aun hoy, muchos argentinos e inmigrantes latinoamericanos lo continúan expresando.
Pero al fin y al cabo, de eso se trata, de la libertad de expresión. Ahora Casciari rectifica y argumentando la relación con su hija catalana, ha difundido un audio, que erróneamente se adjudicó inicialmente Darín, en que reconoce la identidad catalana y lo hace con su habilidad para crear un buen discurso, con algunos juegos de palabras, que buscan la emoción fácil.
Lo que no dice, es que ese libro donde él despreciaba al país de su mujer, de su hija y donde el mismo creó su carrera de comunicador, le abrió las puertas de diarios como El país y otros medios anti catalanes y antidemocráticos.
Y con su audio, continua medrando, ahora con voz de arrepentido.
Lo único positivo para mí, es que ese porteño soberbio salió derrotado.
Los otros adjetivos prefiero no ponerlos por escrito…
Diego Arcos
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